domingo, 13 de octubre de 2013

LOTTE REINIGER: LUCES Y SOMBRAS DE LA ANIMACIÓN ALEMANA DE ENTREGUERRAS

1_ Preludio en re menor

Cuenta la leyenda que cuando Goebbels enseñó a Hitler una copia de Blancanieves y los siete enanitos, el dictador lloraba de rabia mientras se lamentaba, “¿por qué nosotros no podemos hacer esto?” (Hitlers Traum von Micky Maus, Cuando Hitler soñaba con Mickey, documental de Heinz Tischmeyer, 1999). A partir de entonces, ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, el ministro de propaganda tuvo el encargo de organizar estudios de animación en Alemania que imitasen el estilo Disney, con el afán de superar lo que Hitler había visto ese extraño día de 1937.

Sin embargo, desde el advenimiento del Tercer Reich en 1933, los animadores más geniales de Alemania se habían visto forzados a dejar su país, estigmatizados, como sucedía con los artistas de Vanguardia, con la etiqueta de artistas degenerados: Hans Richter y Oskar Fischinger, maestros de la animación abstracta, emigraron a EEUU para continuar, no sin altibajos, sus respectivas carreras –Fischinger llegó a ser una inspiración para la Fantasía de Walt Disney, aunque jamás se le reconoció en créditos–. Lotte Reiniger, animadora de siluetas, y su marido Carl Koch, también padecerían la suerte del exilio después de haber dado a luz el primer largometraje de animación europeo, y el más antiguo que se conserva: Las aventuras del príncipe Achmed (Die Abenteuer des Prinzen Achmed, 1926).

Título principal de la película Las aventuras del príncipe Achmed (1926)

En sintonía con esos seis grados de separación en la cultura occidental que hacían de 1922 la efeméride común del matrimonio de Fritz Lang con Thea Von Harbou (padres de Metrópolis), la denuncia de H.G. Wells del nacionalismo exacerbado y sus peligros, la escritura del Ulises de Joyce y la muerte de Proust, o la reunión de Dalí, Lorca y Buñuel en la madrileña Residencia de Estudiantes, es también en torno a esa fecha mágica, bullente de actividad cultural, descubrimientos científicos y tensión política, cuando  la casualidad quiere que Lotte comience la realización del mencionado filme, un icono del cine Art Decó –es imposible no pensar en Erté al ver sus estilizadas imágenes–, pero también una muestra del triunfo de la voluntad de un reducidísimo grupo de artistas que doblegaron la materia para darle duración en el tiempo. Sin embargo, veamos antes cómo Lotte llegó a este punto crucial de la historia de la animación.

La joven Lotte Reiniger