sábado, 28 de enero de 2017

HIPARQUÍA DE MARONEA

"En públicas disputas venció a los mayores Filósofos de su tiempo, perpetua amante de tan pobre marido. Loable mujer, en quien estímulo de gloria hizo despreciar riquezas, no menos aptas a perderse por liberalidad extremada, que a marchitarse por avaricia encogida."
Gerónimo Fernández de Mata, Crates e Hiparchia..., 1637 

¿Crates e Hiparquía? Pintura romana del siglo I del Jardín de Villa Farnesina.


Cuenta el gran doxógrafo Diógenes Laercio (180-240 d. C.) que Crates, discípulo de Diógenes de Sinope alias El Cínico (412-323 a. C.), sedujo con sus discursos a Hiparquía la maronita (῾Ιπαρχíα), mujer inteligente, noble y hermosa. La tracia quedó tan fascinada por las razones del tebano que cortó con todos los pretendientes que la acosaban ofreciéndole joyas y honores.


Asustados, los padres se opusieron a tal unión, pero Hiparquía amenazó con el suicidio si no la casaban con Crates. Los padres presionaron a Crates para que la disuadiera y este accedió, pero nada consiguió mostrándole su pobre mobiliario y miserables hábitos de vida... Hiparquía estaba decidida a adoptarlos.



"Abandonó, pues, el burgo de Maronea, desnuda, con los cabellos sueltos, colgándole a la espalda, cubierta tan sólo por un retazo de tela desteñida y remendada, y vivió de allí en adelante con Crates, compartiendo en un todo su vida. Dicen que tuvieron un hijo, Pasicles...
"Esta Hiparquía fue, según parece, bondadosa con los necesitados, y compasiva: acariciaba con sus manos a los enfermos; lamía sin la menor repugnancia las heridas sangrantes de los que sufrían, convencida de que eran para ella lo que son las ovejas para las ovejas, lo que son los perros para los perros. Si hacía frío, Crates e Hiparquía se acostaban al lado de los menesterosos y trataban de comunicarles parte del calor de sus cuerpos. Prestábanles, en suma, la ayuda silenciosa que los animales se prestan entre sí. Por otra parte, no sentían la menor preferencia por ninguno de los que se acercaban a ellos. Bastábanles que fueran seres humanos"
Marcel Schwob. Vidas imaginarias. "Crates el cínico", Siruela, Madrid 1997.


Crates procedía de una familia rica, pero renunció a su fortuna para asumir el modelo de vida mendicante, independiente y anticonvencional, propio de la escuela cínica. Cuando heredó, repartió sus bienes y tomó un manto tosco y un zurrón. Eso le pareció suficiente considerando aún superfluo el tonel de Diógenes, pues decía que el hombre no es ni un caracol ni un cangrejo ermitaño. Se alimentaba de lo que le echaban o encontraba en la basura. Recogía mendrugos de pan y frutas tocadas diciendo a quien quisiera oírle que su zurrón era una ciudad vasta y opulenta, libre de parásitos y cortesanos, ya que producía todo el tomillo, ajos, higos y pan que su señor necesitaba. Así -como cuenta Schwob- Crates llevaba a cuestas su patria y se alimentaba de ella.


Apolítico y tolerante (le apodaron el Filántropo), despreciaba la teoría y no se preocupaba por nada. Campeón de la autarquía socrática (Platón consideró a Diógenes un "Sócrates enloquecido"), pasaba incluso de lavarse, restregando sus cascarrias contra los muros, como había visto hacer a los asnos. Apenas se ocupaba de los dioses, pero los consideraba responsables de las desgracias de los hombres por haberlos hecho con la cara mirando hacia el cielo, lugar en el que no podían alimentarse. ¿Quién puede alimentarse de estrellas?, preguntaba.


Muy hábil tenía que ser con la palabra un tipo así para enamorar perdidamente a una mujer como Hiparquía, a la que sobrevivió. Un día del 288 antes de Cristo, los estibadores lo hallaron acostado bajo el cobertizo de un almacén del Pireo, momificado por el ayuno. El más famoso de sus discípulos, Zenón de Citio, ya había fundado hacia el año 300 la Escuela Estoica.


Unos pintan a Hiparquía como una libertina ('inimicam verecundiae') por no recatarse de hacer el amor en público con su compañero si le venía en gana. Otros la elogian como una contestataria y la primera feminista de la historia a juzgar por una interesante anécdota recogida por el de Laertes: 


Estando en un convite junto a Crates, Hiparquía quiso confundir a Teodoro el Ateo con un sofisma. Este, irritado, le arrancó la ropa y le reprochó descuidar sus tareas domésticas. La cínica permaneció impasible y le respondió:

¿Por casualidad te parece que he mirado poco por mí dando a las ciencias el tiempo que tenía que gastar en vestidos y telas?

Lo cierto es que fue una excelente propagandista de la hercúlea filosofía cínica, para la cual no había más bien que la austera y orgullosa virtud (areté), entendida como independencia (autarquía). A su muerte (301 a. C.), los filósofos cínicos declararon una fiesta anual, la Kynogamia, en la que celebraban la incorporación de la mujer a la Filosofía en el Pórtico Dorado de Atenas: Cinogamias o Bodas de perros.


Hay quien recuerda que Hiparquía escribió tres libros: Hipótesis filosóficas, Epiqueremas y Cuestiones a Teodoro llamado el Ateo. No es seguro. Por desgracia, no se conserva ninguno de ellos.


Para saber más cfr. http://www.filosofia.org/lec/hiparqia.htm


1 comentario:

  1. Felicidades por acercarnos de forma tan amena a la figura de Hiparquía, una filósofa hippy y santa a la luz de la doxografía. Qué pena no poder viajar en la máquina del tiempo para conocer a la Hiparquía de carne y hueso.Una época llena de corrientes apasionantes y apasionadas.

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